COMENTARIO EVANGELIO SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO. 10 DE DICIEMBRE. Mc 1,1-8


EVANGELIO DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO. Mc 1, 1-8

¡Preparad el camino del Señor, abridle un camino recto!



Este domingo, Marcos nos presenta a Joan. Su destino parecía ser el servicio al Templo, dado que pertenecía a la tribu de Leví, pero nos lo encontramos predicando en el desierto porque Dios le había llamado a ser profeta. El desierto tiene un significado simbólico en la Biblia. Es un lugar de encuentro con Dios, en el que el pueblo puede pasarlo mal (travesía por el desierto, tentaciones de Jesús…) pero, al mismo tiempo, puede recibir la revelación y salvación de Dios (Decálogo, Mar Rojo…). ¿Por qué Juan se decide por el desierto? ¿Quizás allí quiere encontrar y llamar a la verdad, lejos de los discursos vacíos que oía en el Templo? ¿Quizás estaba cansado de aquellos fariseos más preocupados por tener bien atadas las filacterias que por cumplir la voluntad de Dios? ¡Qué casualidad! Porque, hoy, también hay personas que se ven obligados a alejarse del "Templo" porque están hartos de ver cómo los "fariseos" del siglo XXI están más entretenidos en hacerse notar y escalar socialmente que en "preparar" el camino del Señor”. Ahora no se ponen las filacterias, pero sí otros tipos de ropajes…

Juan predicaba un bautismo de conversión, dice el evangelista, y deja muy claro que él ha venido a preparar el camino del Señor, que él no es el Mesías. Él sólo bautiza con agua, pero quien viene bautizará con el Espíritu Santo: el bautizo de Juan es de conversión para el perdón de los pecados. Éste es un mensaje claro contra todo lo que hacemos y que va en contra de la dignidad de las personas. Todo ello no es el estilo de quien tiene que venir. Aquellos que quieren aceptar vivir con coherencia, honestidad, transparencia y luchar contra las injusticias pueden acercarse a Juan y preparar su corazón. La Biblia va llena de referencias a la defensa de la justicia y de la paz. Además, esta conversión responde a lo que afirma el salmista:

¡Haced justicia al débil y al huérfano!

¡Haced justicia al pobre y al necesitado!

¡Librad a los débiles y pobres,

y defendedlos de los malvados! (Sal 82,3-4)

El Espíritu Santo es el Amor de Dios. Aquellos y aquellas que humillan a los demás y les faltan el respeto (en todos los sentidos) contradicen ese amor y esta invocación al perdón del profeta. Juan predica y pide una pureza que no se encuentra en aquellos corazones que no ven a Jesús en el otro y le desprecian: "Que todos os conozcan como personas bondadosas. El Señor está cerca", decía san Pablo a los filipenses (Flp 4,5).

¿En qué situación se encuentran aquellas personas que, escondidas bajo un servicio (ministerio, en latín), se atreven a dar lecciones de humildad, comprensión y humanidad? El modelo de autoridad de la Iglesia es Jesucristo porque Él sí hizo todo lo que predicó. Todos los servidores de nuestra sociedad (ministros en latín, como ya he dicho), ¿pueden decir lo mismo?

El camino del Señor se prepara allanando sus rutas, no poniendo palos “en sus ruedas…”.

¡Quien tenga oídos, oiga!


Comentarios