COMENTARIO EVANGELIO 14 DE ENERO DE 2024. Jn 1, 35-42

Mirad, ese es el Cordero de Dios!



"Mirad, ese es el Cordero de Dios!". La afirmación de Juan expresa una convicción profunda. Aquí se nota que Juan no describe a Jesús, más bien sintoniza con él. Cuando los dos discípulos escuchan a Juan, sus palabras son tan convincentes que no dudan en seguir a Jesús. ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué unas personas son más convincentes que otras? Yo creo que no es porque pueden demostrar lo que afirman, es más una cuestión de confianza. Entiendo que los discípulos confían en lo que dice y hace el bautista y, por lo tanto, con eso tienen bastante. Y es que hay PALABRAS y palabras, las que se lleva el viento...


Todos conocemos personas que tienen un buen discurso, incluso atrayente, pero no son nada convincentes. En cierta ocasión, leí un artículo del Dr. Francesc Torralba en el que hablaba del ser y del obrar. Entendí que afirmaba que la coincidencia entre el ser y el obrar denotaba coherencia de vida. Esta coherencia es la que creo que llamó la atención de los dos discípulos, por eso pusieron la mirada en Jesús y le siguieron. Pero Jesús, cuando se dio cuenta de que le seguían, les preguntó: "¿qué estáis buscando?" Fijémonos en que no les pregunta "¿a quién buscáis?", sino "¿qué estáis buscando?" No es la típica pregunta retórica, tipo "¿qué tal?". Va más allá. Pretende incidir en lo más profundo de las aspiraciones de la persona. El "¿qué estáis buscando?" podría unirse al "¿quién soy?", "¿de donde vengo?" y "¿a dónde voy?". Son las preguntas sobre el sentido de la vida. Son los anhelos trascendentes de cualquier persona que no se conforma con la finitud de la existencia y aspira a más. Es la inquietud que sentía el Conde de Lautréamont cuando afirmaba en Los cantos de Maldoror: "Experimento esta necesidad de infinito... Pero no puedo, no puedo satisfacerla! Soy hijo de hombre y mujer, según me han dicho. Y eso me deja boquiabierto; creía ser más". No hay ni ateos, ni agnósticos, ni indiferentes cuando Jesús se gira y nos pregunta: "¿qué estáis buscando?". Y la respuesta reconoce en sí misma el valor de Jesús: "Maestro", le interpelan. El maestro es quien habla con autoridad, como Jesús. El maestro es un guía, un referente. Y por eso, los discípulos de Juan preguntan a Jesús "¿dónde vives?" porque quieren quedarse con él, quieren vivir como él, quieren confiar en él. Y la respuesta de Jesús fue muy interesante: "Venid a verlo". Venid conmigo y veréis quién soy. Porque no hay otra manera de vivir el mensaje cristiano si no es viviendo junto a Jesús y conociéndole a través de la Eucaristía, de los sacramentos, de la plegaria, del Evangelio...


Con una alegría inmensa, Andrés va a buscar a su hermano Simón y le dice que habían encontrado al Mesías. ¿Es que, quizás, lo estaban buscando? Es la respuesta emocional a un hallazgo que siempre habías esperado, quizás inconscientemente. Igual lo que habían encontrado antes no les había llenado del todo... La Iglesia, hoy, ¿es la que esperamos como heredera, transmisora y garante del mensaje de Jesús? Quizás la desconfianza de muchas personas es, precisamente, porque no encontramos los referentes o los mesías con los que nos podamos identificar. El ser y el obrar del Dr. Torralba... Igual estamos cansados de escuchar grandes discursos vacíos que se quedan solo en bonitas palabras y que no tienen eco en las vidas particulares. Es lógico, pues, que mucha gente permanezca indiferente al mensaje cristiano cuando los discursos no se encarnan. Y esta gente a menudo demuestra más coherencia que algunos creyentes porque, como mínimo, entienden que cuando el mensaje cristiano no tiene un paralelo en las obras, no viene de Jesús.

Es por este motivo que Andrés llevó a su hermano donde estaba Jesús y no le entregó un listado bibliográfico para consultar. Le llevó a la fuente, al Ungido. Y este encuentro fue tan intenso que Simón ya no sería Simón, sino Cefas. El encuentro con Jesús te cambia la vida, como pasó con Abrahán y con Jacob cuando se encontraron con Dios.


Cada vez valoro más a las buenas personas. Aquellas que son empáticas, que viven con honestidad y que tratan bien a la gente, como hacía Jesús. Él nos enseñó la importancia que tiene el amor y el respeto. Por eso todavía no entiendo cómo personas que supuestamente se consideran cristianas sean capaces de vivir haciendo todo lo contrario de lo que dijo e hizo Jesús. De vivir traicionando los principios fundamentales como si nada. Nadie es perfecto, claro, pero creo que todos podemos hacer un poco más de esfuerzo para evitar la hipocresía, que es uno de los grandes males de estos tiempos. Quizás estas personas aún no se han encontrado con Jesús, aunque lo quieran aparentar... ¿Y de qué sirve, eso? ¿Para promocionar? ¿Para parecer mejores que nadie? Qué pena, vivir encadenado a las ansias de aparentar... y ¡qué aburrimiento! Pero bueno, tenemos la Cuaresma para cambiar, ¿no? ¡Y qué suerte que la Cuaresma es cada año! Así, podemos hacernos los sordos durante unos cuantos meses como si no pasara nada y después, durante la Cuaresma, caer en la cuenta de que somos cristianos... ¡Cómo si el perdón fuera un simple solucionario al que accedes solo cuando te conviene! En fin...


Señor Jesús, te pido que nos ayudes a perseverar en la vivencia de tu mensaje. Que nos enseñes a pensar y a vivir con coherencia y que las adversidades no nos desanimen. Danos fuerza para continuar, a pesar de las decepciones.


¡Quien tenga oídos, oiga!


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