CON LOS OJOS DE CRISTO. 7 DE ENERO DE 2024

CON LOS OJOS DE CRISTO. 7 de enero de 2024

Hay una película de animación muy conocida titulada "El príncipe de Egipto". Narra, como os podéis imaginar, la historia de Moisés que describe el Antiguo Testamento. La BSO es espectacular, os la recomiendo. Hay un tema que se titula "La mirada celestial" y la letra dice lo siguiente: "Si tú quieres saber si es de algún valor tu vida y tu ser, con tus ojos de hombre no lo verás, siempre debes mirar con la mirada celestial". Y tiene toda la razón. Tenía un profesor en el instituto de ciencias religiosas que nos dijo una frase que se me quedó grabada: "¡la Gloria de Dios es la antigloria humana!". Y cada vez lo tengo más claro porque, de no ser así, habría cosas que no podríamos explicar, no?. Supongo que los signos nos ayudan a retirar el velo del misterio de muchas realidades de nuestra vida. Este domingo sale el agua como signo, pero la liturgia está llena de ella. El signo es algo que nos lleva a otra cosa y, al mismo tiempo, se convierte en un medio de revelación del misterio. A través del signo hacemos, de alguna manera, inmanente lo que es trascendente. Por ejemplo, los sacramentos son signos de la presencia de Dios que nos acompañan en las diferentes fases de la vida. Pero el signo por excelencia es el propio Jesús, porque es la máxima revelación de Dios. Y las personas, como somos imágenes de Dios, también somos signos de su presencia.


Ciertamente, contemplar el mundo desde la mirada celestial cambia mucho, ¿verdad? Con todo, el mal, el desinterés y la falta de sentido deben combatirse con seriedad. Es cierto que la mirada celestial nos puede ayudar a cambiar la percepción de la realidad, pero no puede ser una excusa para ser excesivamente permisivos y pasotas. Obviamente, Jesús tenía la mirada celestial pero, aun así, conocemos varios episodios en los que cuestionó algunas actitudes y, en ocasiones, con cierta tensión: expulsión de los mercaderes del Templo, la mujer que comete adulterio...


Defender la Justicia y el Bien no es una lucha por la supervivencia, no es la ley del más fuerte. Es lo que hacía Jesús. El desinterés, el mal y la falta de sentido nos llevan a la nada de Camus y los que conocen su pensamiento, ya saben cómo puede acabar... Por ello, contemplar lo que nos rodea con una mirada apreciativa nos debe ayudar a descubrir lo divino que hay pero, al mismo tiempo, nos debe llevar a la acción porque, como dice el refrán, "el infierno está lleno de buenas intenciones".


Acabo recordando, a modo de oración, las palabras de Pere Casaldáliga: "Yo, pecador, me confieso: De soñar con una Iglesia vestida tan solo de Evangelio y de sandalias. De creer en la Iglesia, a pesar de la Iglesia, algunas veces. De creer en el Reino, siempre, caminando en la Iglesia".

Amén.


¡Quien tenga oídos, oiga!


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