COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024. Mc 1,40-45
Si quieres, puedes limpiarme!
Una de las cosas que sabemos de Jesús y que es imposible negar es que el Mesías era muy sensible al sufrimiento de las personas. Sus palabras siempre iban acompañadas de gestos amables que promocionaban la dignidad, sin excepciones. Tenía muy claro qué quería decir que el ser humano es imagen de Dios. Por eso, en varias ocasiones hemos visto a Jesús que acompañaba a los pecadores, se rodeaba de publicanos, leprosos y mujeres públicas e iba a cenar a sus casas, les imponía las manos y les defendía públicamente.
Era muy fácil atarse las filacterias al brazo, mucho más que dedicar tiempo a los demás, preocuparse por ellos y tomar decisiones pensando en el bien común. Es fácil teorizar desde la lejanía, sin tocar el sufrimiento. Eso lo puede hacer cualquiera. La lepra no sólo era una enfermedad que afectaba al cuerpo, también hacía daño al corazón porque te convertía en una persona de segunda y te marginaba. Era una lacra física y social. Jesús combatía las lacras físicas, las sociales y también las burocráticas. Las físicas, porque curaba a los enfermos; las sociales, porque potenciaba la inclusión y las burocráticas porque criticaba la legalitis imperante que amenazaba con deshumanizar.
Hoy en día, la lepra es una enfermedad curable, gracias a Dios. Pero este mal ha dejado lugar a otros, que son más difíciles de curar porque la mentira, la manipulación, los afanes de grandeza y la falta de caridad siguen haciendo daño al corazón y no se pueden solucionar con dapsona, rifampicina y clofazimina. He llegado a la conclusión, después de muchos intentos fallidos, de que la mejor manera de combatir estas lacras del siglo XXI es mostrar un total y absoluto desprecio, dejarlas atrás y salir corriendo sacudiéndome el polvo de los pies (Mt 10,7-15). Quien admite estas actitudes y se mantiene neutral, considero que se convierte en cómplice y/o encubridor. Es cierto que, a veces, no tenemos ni poder, ni autoridad, ni ganas para combatirlas, pero ¡qué menos que actuar con coherencia abandonando este ambiente contaminado y procurando revertir la situación de otra manera y desde otro lugar! Si es un consejo del mismo Jesús a los apóstoles, debe ser digno de crédito, no? Y no penséis que quiero decir que es mejor mirar hacia otro lado, ni mucho menos! Las malas praxis hay que erradicarlas, pero a veces es mejor mirar el problema de lejos para evitar contagiarnos y poder planificar cómo afrontarlo. Además, si nos mantenemos al lado del corrupto, del manipulador, del encubridor, del cómplice... ¿por qué lo hacemos, para aprender de él? Porque no tengo muy clara la razón. No sería mejor plantarle cara y decirle: "Mire, escuche, eso que hace no está bien. Está engañando a la gente y permitiendo que otros también lo hagan. No le puedo dar mi apoyo. No me mantendré a su lado consintiendo eso que está haciendo". Si hacemos esto, nos podemos arriesgar a recibir una respuesta irrespetuosa y cobarde que hiera nuestro orgullo, pero eso es el mal menor. Mientras haya polvo y pies... Aun así, habremos actuado con coherencia, fieles a nuestros principios que se fundamentan en el respeto a los demás. Gracias a Dios, hay gente valiente que SÍ planta cara y nos ayuda a todos a luchar contra este tipo de respuestas y de actitudes.
Cuando el leproso se acerca a Jesús, fijaos en la actitud tan humilde que tiene: "Si quieres, puedes limpiarme". El "si quieres" es una muestra de humildad y de reconocimiento del Mesías. Y que esta disponibilidad la tenga que tener un leproso que, como sabemos, en tiempos de Jesús no era nadie! Mientras los rabinos tenían la costumbre de apedrear al leproso para que no se acercara a ellos, Jesús no sólo se acerca sino que "le tocó". ¿Queréis decir que con una palabra Jesús no habría curado al leproso? Pues no, le quiso tocar arriesgándose a perder la pureza ritual. El tocar el sufrimiento es una manera de tomar conciencia del mundo real, y eso nos lo ha enseñado a hacer Jesús. Hoy, muchos venden el producto de la solidaridad y la caridad, del servicio a los más desfavorecidos pero, después, no dudan en tirar piedras a los leprosos y dilapidar adúlteras... Las homilitis, las aparentitis, las irrespetuositis y las hipocresitis las tenemos a la orden del día. Es un proceso inflamatorio muy popular y frecuente en nuestros días que necesita de una medicación potente, tipo Hipocrixil 500 mg, Falsitol 100 mg o Sincerex 50 mg. El problema es que algunos/as ya hace tiempo que toman Indiferex 250mg y Maldatox 500 mg...
Estos personajes que no dudan en ir disfrazados todo el día sí necesitan que alguien diga a todo el mundo que son unos grandes referentes de humildad, de convicciones profundas y de coherencia. No como Jesús, que prefiere no convertir en un espectáculo sus gestos. A nosotros, al resto del pueblo de Dios, a los laicos-sin-formación-del-montón-que-no-tenemos-ni-idea-de-teología-sin-categoría-suficiente-como-para-cuestionar-nada-ni-nadie, sólo nos queda mirar ojipláticos el espectáculo, a pesar de la esperanza del espejismo sinodal, conscientes de que poca cosa podemos hacer. Hoy, el Gran Circo de la Hipocresía cuenta con un staff bien nutrido, eso sí, muchos hacen de actores mediocres y pocos de trapecistas valientes.
Señor, ayúdanos a reconocer las lepras actuales y enséñanos a actuar como Tú lo has hecho siempre.
Y, ¡quien tenga oídos, oiga!
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