COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DOMINGO 4 DE FEBRERO. Mc 1, 29-39

COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DOMINGO 4 DE FEBRERO. Mc 1, 29-39

Y se puso a atenderlos



Jesús hoy se encuentra en casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón está enferma, con fiebre, luchando contra alguna infección. Desgraciadamente, todos tenemos guerras en las que nos vemos empujados a combatir, a pesar de que no queramos. Hay muchos virus en nuestro mundo. La guerra biológica se ha convertido en un instrumento muy destructivo, pero no todos los patógenos son visibles sólo a través del microscopio. Los virus necesitan células de otro ser vivo para poder sobrevivir. Podríamos decir que son parásitos porque invaden otro organismo del que se aprovechan... Uy, no me tiréis de la lengua... Charles Darwin hablaría de una selección natural, donde los virus que son capaces de invadir una célula para poder replicarse serían los que sobrevivirían. Pobres células, no? ¿Qué culpa tienen? Pero, claro, los virus necesitan destruir los sistemas inmunológicos de los huéspedes para salirse con la suya… ¡Qué remedio, es la lucha por la supervivencia! Con todo, que el débil sea el que pierde no es un mensaje demasiado cristiano, ¿verdad? Por eso, Jesús vence la injusticia curando a aquella mujer: Jesús no puede permitir que el débil sea el que pierda y actúa, no se queda sin hacer nada... Lo más fácil habría sido dejar que la naturaleza siguiera su curso. ¿Qué sería, pues, de los milagros? Suerte que todavía no conocemos la dimensión religiosa de las células...


Después de esta reflexión que podría enmarcarse en el debate ciencia y fe, volvemos con la suegra de Simón. A Jesús no le dan miedo los virus porque el domingo pasado lo veíamos expulsando un parásito de un hombre en la sinagoga. Pero la acción que Jesús hace con la mujer es especialmente significativa y va más allá de una curación. Como todo lo que Jesús hace, la curación de la suegra de Simón nos muestra la manera de actuar de Jesús. El Mesías no sólo se acerca a la mujer, sino que la coge de la mano. Eso es empatía de verdad. Además, quizás la mujer se encontraba en situación de impureza, dado que estaba enferma, y tocar a una persona impura te inhabilitaba para relacionarte con Dios. Otra vez, Jesús lleva las leyes y los preceptos a la plenitud. Ya no hay que buscar el agua de la fuente de Siloé o de la piscina de Betesda porque Jesús mismo es la fuente de agua que purifica (recordemos que fue precisamente Jesús quien dotó de este precioso don al agua del Jordán). Además, los efectos de este agua son muy significativos: cuando la suegra de Simón se recupera, lo primero que hace es servirles. Así, vemos que cuando la mano de Jesús acaricia a una persona, el resultado es la diaconía porque te sientes llamado a servir. Por eso no acabo de entender las actitudes de personas que, supuestamente, han sido acariciadas por Jesús y la respuesta no es la diaconía, más bien la humillación, la mentira y la manipulación.


A pesar de la actividad frenética que acostumbraba a tener Jesús (en el evangelio de la tempestad calmada Jesús se llegó a quedar dormido), "de madrugada" Jesús se fue a un lugar solitario a rezar. Es el encuentro inevitable y necesario con el Padre, que es la esencia de su pensamiento y su obrar. La sintonía que Jesús tiene con el Padre, que es mucho más que sintonía, es unión hipostática, sólo es posible si su pensar y su obrar miran en la misma dirección. Así es. Con Jesús no hay lugar para la incoherencia y las contradicciones, caiga quien caiga... Es curioso como ésta es una de las enseñanzas que Jesús se encargó de inculcarnos, según consta en los evangelios, y, al mismo tiempo, también es una de las actitudes que más se echan de menos en ciertas personas. Es cierto que el mensaje de Jesús llama la atención y, de hecho, forma parte de los anhelos más profundos de todas las personas. Pero Jesús no es un protagonista de una película, que hoy hace de Mesías y mañana de astronauta. Jesús es el Hijo de Dios, y lo es siempre. No hay caracterización ni cambio de papeles. Por lo tanto, a quien le guste la película del cristianismo debe saber que el protagonista es auténtico y no puede pretender adaptarlo a sus necesidades. No sé hasta qué punto Simón y sus compañeros entendían eso. Por lo que dice el evangelista Marcos, "fueron en busca de Jesús". Me recuerda a la situación que también vivieron José y María cuando perdieron a Jesús de vista en Jerusalén. Fue su propio hijo quien les dijo "¿no sabéis que tengo que ocuparme en las cosas de mi Padre?" (Lc 2,49). Simón y sus compañeros quizás tampoco no habían caído que Jesús estaba "con su Padre" y se sorprendieron porque no le encontraban.


Nadie dice que acompañar a Jesús sea fácil, pero se vuelve todavía más difícil cuando nos autoconvencemos de que podemos predicar a Jesús de cualquier manera, con la excusa de que Dios es amor. Jesús enfoca su vida a lo esencial. Todo no vale. Por eso, cuando sus acompañantes le recuerdan que todo el mundo le estaba buscando, la respuesta de Jesús es bastante clara: yo no he venido a hacerme un "baño de masas" sino a mostrar quién es el Padre.


En breve, prepararemos las máscaras de carnaval. Quizás durante estos días nos querremos disfrazar, incluso nos cambiaremos el nombre, pero espero que en el entierro de la sardina nos deshagamos de los disfraces…


Quien tenga oídos (y disfraz), oiga!



Comentarios