COMENTARIO EVANGELIO DEL DOMINGO 17 DE FEBRERO DE 2024. Mc 1, 12-15

COMENTARIO EVANGELIO DEL DOMINGO 17 DE FEBRERO DE 2024. Mc 1, 12-15

Ha llegado el tiempo y el Reino de Dios está cerca!


El evangelio nos relata que Jesús fue tentado por Satanás. No creo que el desierto fuera el plato preferido de Jesús, pero el Espíritu lo empujó a vivir aquella experiencia. El desierto tiene una doble dimensión, la del lugar sin vida, reservado a los animales feroces, la de la travesía interminable (Éxodo) y la de la oportunidad para redescubrirnos, desde nuestras propias limitaciones. Ante las tentaciones, las personas revelamos nuestra naturaleza porque respondemos de acuerdo a los fundamentos propios más profundos. Resistiéndonos a las tentaciones, manifestamos si nuestros valores y principios son firmes o no. Marcos no cita las tentaciones a las que se sometió Jesús, pero sí lo hace Mateo y Lucas: son las pulsiones humanas del tener, del poder y del aparentar. Otra vez sale la egocentritis en el evangelio. Hoy, el materialismo, las ansias de poder y el postureo son las fieras salvajes del desierto actual. Lo peor es que, por muy peligrosas que sean, todavía hay youtubers e instagramers que pregonan por las plazas, calles o púlpitos que hay que aprender a gestionar estas pulsiones. Incluso se atreven a dar consejos pero, desde luego, son socios fundadores de la Asociación de Hipócritas: consejos vendo, que para mí no tengo... Es cierto que pretender ser perfectos es hablar demasiado y todos tenemos derecho a equivocarnos y a volver a empezar. Además, de Perfecto sólo hay Uno. Pero quizás sí podríamos hacer un esfuerzo para ser honestos, ¿no? Igual, este es el primer paso para la perfección...


Los domingos anteriores, decíamos que Jesús expulsaba los espíritus malignos que poseían a las personas. En aquellos episodios, hablábamos de una posesión de un espíritu maligno y, ahora, hablamos de otro espíritu maligno, que es el síndrome del "pa la saca". No habría dicho nunca que usaría al actor José Mota para hablar de las pulsiones humanas, pero es que él lo describe perfectamente con esta expresión: que quiero tenerlo todo... pues, todo para mí, pa la saca! Que quiero que todo el mundo me trate como un rey porque sé, de todo, seis veces... pues, ¡adoradme! que soy un crack!, pa la saca! Que quiero parecer más de lo que soy... pues, máscara y pa la saca! Cuando el interés principal de una persona es tener, poder y aparentar, le trae sin cuidado las consecuencias que pueda ocasionar, total, no le importa nada el otro... Estos no tienen ni idea de que los desiertos existen y, por lo tanto, la parte reflexiva brilla por su ausencia. Además, el desierto también es un tiempo para escuchar y este tipo de personas no tienen ningún interés en escuchar. No, disculpad. Sí quieren escuchar, pero a ellos mismos. En cualquier caso, si conocieran algún desierto y el Espíritu les empujara a ir, seguramente se quedarían porque, desgraciadamente, ese ambiente les es bastante familiar.


Cuando Jesús superó las pruebas del desierto, no pensó en publicarlo en Instagram cómo harían el hipócrita, él se puso manos a la obra y "fue a Galilea" a anunciar el Evangelio. Además, por qué no decirlo, se lo debía también a Juan que había entregado su vida preparando el camino del Señor. No sería el Jesús que conocemos si, a pesar de ver la cabeza de Juan en la bandeja, hubiera huido para salvaguardar su vida. La indiferencia no era el plato fuerte de Jesús, por eso le llevamos injustamente a la muerte en Cruz. Un buen líder es aquel que está comprometido con su equipo y que es capaz de correr la misma suerte que los suyos. Sin esta actitud, es imposible cambiar el mundo, al menos, cambiarlo en beneficio del bien común. Un buen líder se moja el culo por los miembros de su equipo y es el antecesor, el que va al frente enarbolando el estandarte de los principios que representa.


"Ha llegado el tiempo". Ya hemos podido discernir entre lo que es bueno y lo que no lo es. Ya hemos visto que han caído unos cuantos... Todo es bastante claro: o salgo al balcón y miro como el mal planea sobre nuestro mundo o bajo a la plaza, me arremango la camisa y me pongo a trabajar en la viña. Eso es conversión. No vale conformarse con lo que pasa porque a mí no me afecta. Convertirse quiere decir cambiar de dirección y ser lo que uno debería ser. Y, si no, dejémonos de sermones vacíos, de postureo y de actitudes contradictorias y pongámonos en la cola para entrar en el club de los hipócritas.


La Cuaresma es un buen caldo de cultivo para los miembros de este club. La limosna, la plegaria y el ayuno pueden ser la excusa para esconder un trasfondo falso. Fijémonos en las obras, evitemos los discursos vacíos y baratos (¡que son muchos!) y desconfiemos de aquellos/as que se llenan la boca de bonitas palabras mientras ven como las tentaciones les ganan la partida. ¿Tanto vale la pena vender los propios principios y dar una imagen y ejemplo patéticos a los demás sólo por las treinta miserables monedas del poder, del tener y del aparentar? Espero que, tal y como dice Mateo, "ya tengan su recompensa" (Mt 6,1-6.16-18).


Mientras tanto, doy gracias a Dios porque es un auténtico milagro que todavía hoy haya personas que se mantengan fieles a unos principios y a unas pautas morales que cada vez más personas traicionan: lealtad, honor, respeto, honradez, fraternidad... ¿qué disparate, verdad?


¡Quien tenga oídos, oiga!


 

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